11
principios de la neuroeducación
Con base en la experiencia docente y
la revisión bibliográfica en torno al aprendizaje del cerebro, he propuesto
fundamentar el proceso de aprendizaje-enseñanza en 11 principios que, de ser
tomados con responsabilidad principalmente por el docente más que por el
estudiante mismo, estaríamos abocados satisfactoriamente ante, por fin, el goce
de aprender y enseñar.
No deja de ser un
estado semi ideal la definición de los 11 principios que propongo, advirtiendo
que el reto está, justamente, en pasar a un estado plenamente ideal, y no por
irrealizable, sino por representar un alto grado de madurez en el proceso de
aprendizaje-enseñanza.
La idea elemental para
definir los 11 principios parte de la experiencia que todo ser humano, por lo
menos una vez en su vida, ha vivido, o por lo menos ha deseado vivir:
enamorarse. A sabiendas que estar enamorado es un estado en el que aún no se
llega al amor propiamente, con los 11 principios de la neuroeducación se da
inicio al apasionante recorrido del aprendizaje. En síntesis, me propongo
fundamentar el proceso de aprendizaje-enseñanza bajo la pedagogía del
enamoramiento.
Los rasgos básicos de
esta idea son: pensemos que -o recordemos nuestra experiencia- cuando alguien
se enamora quiere estar todo el tiempo con la persona; si no están juntos,
entonces desea llamarla continuamente, enviarle mensajes de texto, de voz y
correos electrónicos, haciéndole saber que la recuerda, la quiere ver y pasar
cada segundo con ella. Mientras no se está con la persona, no se para de pensar
y hablar a otros de ella.
¿Se imaginan a un estudiante enamorado de su proceso
de aprendizaje y de los temas? (Porque de los profesores y profesoras si es frecuente).
¿Se imaginan la alegría del profesor si sus estudiantes le dicen todo el tiempo
que por favor se vean después de clase para profundizar en el tema, que por
favor le responda los mensajes con nuevos problemas matemáticos, nuevos títulos
de obras literarias? ¿Se imaginan lo maravilloso que sería que un estudiante
sueñe con la clase, etc., etc., etc.?[1]
Por supuesto,
enamorarse implica otros rasgos, entre ellos las crisis necesarias de
comunicación, pero son las siguientes los de mayor relevancia para orientar de
manera, efectiva, eficiente y satisfactoria el proceso de
aprendizaje-enseñanza. No son el medio para dicho proceso, son la finalidad
misma.
1- Objetivo. Las parejas suelen tener objetivos
en su relación. Tal vez el más inmediato y natural sea sentir placer al estar
con la otra persona. Un objetivo más maduro es planear una vida de convivencia.
El hecho mismo de contar con un objetivo imprime movimiento y expectativa a la
relación. De ahí que una de las preguntas más frecuentes entre las parejas sea:
¿y esto para dónde vá?
Cada tema que orienten los docentes, cada clase, actividad
específica requiere estar apuntando hacia una meta. Es básico: ¿para qué
enseñas ese tema, muestras esos videos y pones a hacer esa actividad a tus
estudiantes? Es por todos sabido, y más ahora, que la transmisión de
información no es el objetivo del proceso de enseñanza-aprendizaje, es solo un
primer paso para arribar al puerto de la comprensión.
Solo resuelva ¿para qué transmitir determinado
tema y por qué hacerlo de determinada manera?
2- Atención. Acordemos que la atención es la
primera capacidad cognitiva sobre la que comienza a fundarse el aprendizaje. De
la multiplicidad de estímulos externos que recibimos en un breve lapso de tiempo,
necesitamos priorizar qué información hacer objeto de atención y cuál bloquear
para que no interfiera en la aprehensión de la información de interés.
Básicamente, esto que se menciona es acorde al tipo de atención sostenida y
selectiva, las que, justamente, han permitido la supervivencia del cerebro a lo
largo de su proceso evolutivo.
Entre más precisa la información, es decir, entre menos
estímulos distractores la cubran, mejor será asimilada. No sería el caso, por
ejemplo, contar con un mapamundi que se mueve automáticamente en el aula de
clase cuando la clase es de biología. Con plena certeza, el mapamundi distraerá
a más de un estudiante. En conclusión, lo primero que se debe hacer es: ganar
la atención de cada estudiante, lograr que atiendan a la información objeto
mientras se les tiene bloqueada la información no relevante para ese momento de
aprendizaje.
3- Motivación. Llama la atención ver que multitud
de jóvenes se la pasan horas enteras, incluso días y noches, haciendo extensas
filas a pleno sol y bajo torrenciales lluvias para alcanzar una boleta para ver
el partido de su equipo de fútbol favorito. Estos mismos jóvenes son a quienes
se les hace insoportable una clase en su colegio de una hora. ¿Por qué es más
fácil llenar un estadio de fútbol con 40 mil personas que un auditorio de 500
personas para una conferencia sobre historia, arte, medicina, etc.?
Ambas situaciones comparten la explicación: el grado de
motivación que tienen los asistentes hacia cada una de estas actividades. Como
docentes no nos corresponde motivar a los estudiantes, pero si generar las
condiciones emocionales, físicas y sociales para que cada uno eleve su nivel de
motivación al máximo.
4- Heterogeneidad. Si bien es cierto que la lógica
actual del sistema educativo exige que entren niños vivos y que salgan
profesionales autómatas, también lo es que el proceso de aprendizaje-enseñanza
tiene su mayor enemigo en este sistema. Un docente con 30, 40 y con frecuencia
con más de 50 estudiantes en un aula -que además de carecer de sillas para
todos hay poca ventilación- reclama ver no a 50 y más experiencias y formas de
aprender sino a 50 y más códigos de barras sobre los que hay que lanzar una red
de información y actividades seudopedagógicas para pescar a la mayoría posible.
La riqueza del proceso de aprendizaje-enseñanza esta dado,
justamente, por representar cada estudiante una experiencia y un reto diferente
a todos los demás. De todas formas, cuando la pasión ha sido lo que nos ha
hecho docentes, aquello de la lógica actual del sistema educativo termina por
ser un reto también a incluir y vencer en la práctica heterogénea de enseñanza.
5- Satisfacción. Entre menos representes una amenaza
para tus estudiantes, mayor será la satisfacción que sientan ellos en tus
clases. La presión, la intimidación, la obligación, la sanción condenatoria, la
burla pública, etc., suele caracterizar, más que nada, al campo de la guerra y
de los interrogatorios estadounidenses a todo sospechoso de terrorista.
Este principio invita a que los docentes sean dopamínicos, a
quienes sus estudiantes asocien con el bienestar, el placer, la seguridad y el
disfrute de estar en sus clases.
6- Flexibilidad cognitiva. El ser humano ha sobrevivido a lo
largo de su proceso evolutivo gracias a que ha controlado y transformado las
condiciones
que le han sido adversas. La capacidad creativa del ser
humano es la llama de la supervivencia, y esto lo saben con gran claridad las
empresas al borde de la quiebra y las parejas al borde de la separación y todo
ser humano al borde de cualquier pérdida.
En la medida en que la imaginación cubra nuestras clases,
cada estudiante estará en mejores condiciones para informarse y comprender los
contenidos que se le transmiten. El reto del docente radica en lograr que sus
estudiantes pongan toda su imaginación para aprehender los usuales temas
ladrilludos a los que están acostumbrados. Menos lógica y racionalidad y más
imaginación, con seguridad, representa frutos de aprendizaje más
significativos.
7- Asombro. Solo aburrimiento puede haber en
una clase donde el estudiante sabe cómo se desarrollan las clases con el
profesor de turno, cuando sabe que las actividades no varían y los chistes ya
no hacen reír. Igual sucede cuando el profesor sabe quiénes son los únicos 2 o
3 estudiantes que participan, quienes han llevado el trabajo y con quienes
tendrá disgustos durante la clase.
Cuando la rutina se toma las clases, es cuando guillotinamos
el proceso de aprendizaje-enseñanza. Las relaciones de pareja tienen sus
momentos más críticos cuando “la rutina es más fuerte que el amor”. Que en cada
clase sus estudiantes sean asombrados (en positivo -principio 5°), siempre se
lo agradecerán.
8- Movimiento. Con la siguiente máxima de Confucio
es suficiente: “me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo
aprendí”.
9- Verde. En un examen de 10 preguntas, el
docente suele subrayar con color rojo las 3 respuestas incorrectas, tal vez por
practicidad, pues toma más tiempo marcar 7 que 3. Sin embargo, el trasfondo es
más delicado que andar siendo prácticos y ahorrativos de tiempo. Cuando uno
busca llamar la atención de alguien sobre determinada información específica,
entonces lo subraya en negrita si lo
escribe, o lo dice en un tono más alto si se trata de una exposición oral. Es
la misma situación con los exámenes: lo resaltado del examen es lo que queremos
que sea tenido en cuenta por el estudiante, es decir, los errores.
Prefiramos resaltar los aciertos en color verde que los
errores en rojo; a nivel motivacional la diferencia es mayúscula.
10- Reconocimiento. ¿Se ha fijado que los integrantes
de un equipo de voleibol, tras cada jugada de acierto o fallo, se reúnen y
alientan física y verbalmente a continuar con el juego? También lo podemos
notar en los encuentros de tenis en dobles. La participación de cada estudiante
es tan importante cuando acierta como cuando yerra, y le corresponde al docente
y a cada uno de los estudiantes manifestarlo con afecto a sus compañeros. Las
micro fronteras en el aula son resultado y causa de rivalidades intimidatorias.
Y como se ha mencionado, intimidar es propio de la guerra, no de la escuela.
11- PLP. La segunda capacidad cognitiva de
mayor relevancia sobre la que se soporta el aprendizaje, después de la
atención, es la memoria. Si no atendemos no memorizamos. Cuando el reto es
pasar de la transmisión de información a la comprensión de la misma, entonces
hay que pasar de la estimulación en los estudiantes de su memoria de corto
plazo y de trabajo a la estimulación y fortalecimiento de su memoria a largo
plazo.
La información debe consolidarse con diferentes pasos de memoria
y comprensión de la información, con el propósito de lograr la Potencialización
a Largo Plazo. Cuando las emociones, el cuerpo físico y las capacidades
cognitivas participan del aprendizaje, la evocación de lo aprendido será más
fácil, rápida y completa.
Como los decálogos en
literatura, ninguno es cerrado y suficiente. Cada uno inspira la construcción
de otro. Para el caso de los 11 principios que se han definido para orientar el
proceso de aprendizaje-enseñanza de manera efectiva, eficiente y con plena
satisfacción para docentes y estudiantes, sería gratificante la suma de nuevos
principios que la alegría de enseñar y aprender vaya poniendo en evidencia.
El gran cuentista
Augusto Monterroso solía decir, como parte de su propio decálogo, que en
literatura nada está escrito. Semejante debe suceder con estos 11 principios de
la neuroeducación: más que una verdad absoluta son un intento por contribuir en
un vasto terreno que exige la participación de todos.
[1]
Tomado del artículo Neuroeducación: enseñar en el siglo XXI. Carmona, Sánchez.
Luis Alberto. (2015).
http://www.asociacioneducar.com/monografias-docente-neurociencias/monografia-neurociencias-luis.alberto.carmona.sanchez.pdf
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